
Un sensor electroquímico de un alcoholímetro está compuesto por varios elementos clave que permiten la detección y medición del alcohol en el aliento. Su funcionamiento se basa en una reacción química que genera una corriente eléctrica proporcional a la concentración de etanol.
Componentes principales:
- Cámara de reacción
- Es el espacio donde se introduce la muestra de aliento.
- Suele estar diseñada para dirigir el flujo de aire hacia el sensor de manera controlada.
- Electrodos
- Ánodo y cátodo: Son generalmente de platino o una aleación de metales nobles.
- Facilitan la reacción de oxidación del etanol en presencia de un electrolito.
- Electrolito
- Es una solución líquida o en gel (usualmente ácido sulfúrico diluido o una sal conductora).
- Permite el movimiento de iones durante la reacción química.
- Membrana selectiva
- Filtra compuestos no deseados y permite que solo el etanol llegue al electrodo de trabajo.
- Circuito de conversión y procesamiento
- Convierte la corriente generada en una señal eléctrica interpretable.
- Un microprocesador analiza la señal y calcula la concentración de alcohol en sangre (BAC).
Proceso de medición:
- El usuario sopla en el alcoholímetro.
- El etanol en el aliento reacciona en la superficie del ánodo, oxidándose a ácido acético y liberando electrones.
- Los electrones fluyen a través de un circuito hacia el cátodo, donde se combinan con oxígeno para formar agua.
- La corriente generada es proporcional a la cantidad de etanol presente, lo que permite calcular el nivel de alcohol en sangre (BAC).
Este diseño hace que los sensores electroquímicos sean altamente precisos y confiables, razón por la cual se utilizan en alcoholímetros profesionales y de uso policial.
La vida útil de los sensores electroquímicos de los alcoholímetros varía dependiendo de varios factores, como la calidad del sensor, la frecuencia de uso y el mantenimiento. En general, se estima que estos sensores tienen una vida útil de 1 a 5 años en condiciones normales de uso.
Factores que afectan la vida útil:
- Frecuencia de uso: Un alcoholímetro usado con mucha frecuencia puede desgastarse más rápido.
- Calidad del sensor: Modelos de alta gama suelen durar más tiempo.
- Condiciones ambientales: Altas temperaturas y humedad pueden afectar su rendimiento.
- Mantenimiento y calibración: La falta de calibraciones periódicas puede reducir la precisión y la vida útil del sensor.
Signos de desgaste:
- Lecturas inconsistentes o poco precisas.
- Tiempo de respuesta más lento.
- Necesidad de recalibraciones más frecuentes.
Para maximizar su duración, se recomienda seguir las instrucciones del fabricante y realizar calibraciones periódicas, generalmente cada 6 a 12 meses.